La inteligencia emocional es uno de esos términos que se suelen usar de una forma un tanto laxa por la mayoría de las personas, equiparando a éste tipo de inteligencia con la que solemos considerar de manera habitual, siendo bastante descuidados, ya que la inteligencia emocional cuenta con ciertas características que la diferencian. En términos generales ése tipo de inteligencia puede ser definida como la capacidad con la que cuentan algunas personas para dar un manejo a sus emociones, para controlar las propias y al tiempo comprender las de los demás, lo que supone una gran ventaja.

Algunos de los signos a considerar para entender si poseemos esta cualidad en un estado desarrollado o no, se pueden observar por ejemplo en nuestra capacidad de ser consecuentes, de ponernos en los zapatos de los demás, en controlar los impulsos que nos pueden llegar a invadir en determinadas situaciones en las que por ejemplo el estrés o el no saber qué hacer nos ganan la pulsada. Según lo que se ve de manera habitual, la inteligencia emocional es difícil de lograr para la mayoría de nosotros y por ejemplo las personas que poseen un alto coeficiente intelectual les cuesta bastante llegar a un alto estado de inteligencia emocional pues se les hace muy complejo el entender lo que piensan y viven los otros.

En ése sentido, el control de la inteligencia emocional puede ser considerado como un paso más en la tarea de encontrar la felicidad, pues esa búsqueda requiere de un buen trato para con las otras personas que nos rodean, de un control de los impulsos, del entendimiento, la tolerancia y el respeto con todas las personas con las que tratemos en el día a día. Así que el interés por mejorar nuestras aptitudes en lo que se refiere a la inteligencia emocional debe ser grande para llevar una vida plena y cómoda.